El mandarín amenaza a los emperadores chinos
El manchú, la lengua imperial de China corre peligro de extinción frente a la extensión del idioma más común
La palabra Manchu, en Manchu.
El manchú, idioma de los emperadores chinos durante la dinastía Qing (1644-1911), se ha convertido en menos de un siglo en un idioma casi extinto, con menos de un centenar de hablantes, aunque un grupo de expertos intenta impedir que se convierta en una lengua muerta.
Uno de los mayores esfuerzos ha sido la reciente apertura del primer curso de manchú en una universidad del noreste de China, zona donde viven más de 10 millones de manchúes que han olvidado su lengua al sustituirla gradualmente por el chino mandarín.
El curso, que es gratuito, se imparte en la Universidad de Beihua, en la ciudad de Jilin (de la provincia nororiental del mismo nombre), y está abierto a personas de todas las edades, por lo que a él se han matriculado desde niños de seis años hasta ancianos de 77.
"Somos una familia manchú, tenemos en casa un árbol genealógico escrito en esa lengua y me gustaría que nuestro hijo pudiera traducirlo", señaló a la prensa local el padre de uno de los niños, durante el comienzo del curso el pasado 17 de noviembre.
Muchos analfabetos
Hay sesenta alumnos, una cifra modesta pero que permitirá casi doblar el número actual de hablantes y, lo que es más importante, crear un colectivo capaz de leer y escribir esta lengua, pues muchos de los conocedores del manchú son analfabetos en ese idioma.
Uno de los promotores del curso es Liu Junchen, miembro del Instituto de Patrimonios No Materiales de Asia Oriental, quien durante la presentación del curso destacó que también se quiere pedir ayuda de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para salvar este idioma.
Liu explicó que China pedirá la inclusión de la lengua manchú en el Patrimonio Mundial Intangible de la UNESCO, aunque lo cierto es que sólo en el país asiático ya hay decenas de manifestaciones culturales que están en lista de espera para eso mismo, desde el kung-fu hasta la medicina tradicional china.
Importante bajo Qing
El manchú fue una lengua muy importante en los primeros siglos de la dinastía Qing, cuyos emperadores eran precisamente de esa etnia y desde el noreste de Asia conquistaron China en el siglo XVII, cuando el país estaba dominado por la debilitada dinastía Ming.
El idioma de los emperadores se convirtió en el oficial del país, pese a que la gran mayoría de la población usaba dialectos del chino, pero los decretos reales se escribían en manchú e incluso lo aprendían muchos diplomáticos occidentales.
Los descendientes de los emperadores no lo hablan
Sin embargo, la familia imperial china fue abandonando ese lenguaje ya en el siglo XIX, antes de ser derrocada, y actualmente sus descendientes reconocen que la han olvidado. "En nuestra casa ya no hablamos el idioma, ya no existe el ambiente propicio", reconoció a Efe Aisin Gioro Yulan, sobrino del Último Emperador (Pu Yi) y que trabaja como profesor en un instituto.
Ni él ni su padre, Pu Ren -hermanastro de Pu Yi y activo defensor de los derechos de la familia Qing- usan el manchú, aunque Yulan considera muy positivo que se recupere el idioma de su estirpe. "Me parece muy bueno que se enseñe el manchú, es un método para salvar el idioma, porque perderlo sería una pena para todos", destacó Yulan.
Según el experto Liu Junchen, el manchú es "un tesoro de la cultura china" y sería terrible que se perdiera la comunidad de hablantes, ya que muchos documentos de la historia imperial están escritos en esa lengua.
En junio de 2005, ya hubo un importante esfuerzo por recuperar la lengua con la publicación del primer diccionario en manchú, con 1,1 millones de entradas y su traducción al chino mandarín, oficial desde la caída del imperio en 1911.
La obra fue recopilada por Zhao Shengli, un policía que pasó quince años trabajando en el diccionario y consiguió que se lo publicara la Editorial China de Nacionalidades.
Prácticamente similados
Actualmente, la etnia manchú vive en las provincias de Jilin, Heilongjiang y Liaoning (noreste), aunque está prácticamente asimilada con la etnia mayoritaria del país, los Han (más del 95% de la población nacional) y ha perdido sus tradiciones y su religión animista, además de su lengua.
Los manchúes y los hui (chinos descendientes de musulmanes que entraron en el país por la Ruta de la Seda) son las únicas minorías étnicas del país que no hablan ya su lengua original, frente a las otras 53 que todavía la conservan (tibetanos, uigures, mongoles...).
Todavía pueden verse inscripciones en manchú en monumentos históricos como la Ciudad Prohibida de Pekín o el Templo Lama, el más importante de la capital china.
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